
Acariciar con frecuencia y sin interrupciones, durante lo que dura el vuelco de un camión cisterna, a la linterna que le hizo señales de luces al sol para que este le tire un rayo ultra violeta como quien le arroja una lata de atún vacía a un delfín detective de moluscos, la pobre linterna lo agradecerá en su estadía en el Instituto del quemado mientras escucha un disco rayado de Violeta Rivas y vomita una cama solar cucheta.
El sueño del bello durmiente (culipatín)Texto: Leonor / Fotografía: Le pipe
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